Afirmaciones científicas para la curación

(La palabra es el espíritu en el hombre)

En el presente ensayo se analizan las afirmaciones científicas para la curación propuestas por Paramahansa Yogananda, uno de los principales personajes Hindúes estudiosos del Ayurveda, quien aborda este tema de una manera clara y sencilla; a continuación se desarrolla temas como la importancia de las palabras, la conciencia cósmica, la actitud mental y la curación de las enfermedades mentales, espirituales y físicas.

Las palabras habladas son sonidos producidos por las vibraciones emitidas por el ego o por el alma. Deberías saturar cada una de tus palabras con las poderosas vibraciones de tu alma. Si una persona es incapaz de infundir en sus palabras la fuerza del espíritu, el suyo es un lenguaje muerto.

Cuando hablamos demasiado, o cuando exageramos o falseamos los hechos, nuestras palabras se vuelven muy inefectivas. Es por ello que tanto las palabras como las plegarias de personas locuaces o inescrupulosas en su lenguaje, suelen carecer de poder para operar cambios positivos en el curso de los acontecimientos.

Palabras colmadas de sinceridad, convicción, fe e intuición, actúan como bombas vibratorias altamente explosivas, cuyo estallido desintegra las rocas de las dificultades, operando la transformación deseada.

Evita pronunciar palabras desagradables, aun cuando se refieran a hechos verídicos. Cuando ante un conflicto repetimos afirmaciones sinceras, con plena comprensión, sentimiento y determinación, éstas atraen infaliblemente la ayuda de la Omnipresente Fuerza Cósmica Vibratoria. Apela a dicho poder con confianza infinita desechando toda duda; de otro modo la flecha de tu atención errará el blanco.

No existe nada superior a la Conciencia Cósmica o Dios. Su poder sobrepasa infinitamente los límites de la mente humana. Así pues, busca sólo su ayuda, lo cual no significa que deberías volverte pasivo, inerte o crédulo, así como tampoco que deberías despreciar el poder de tu propia mente.

El Señor ayuda a quienes se ayudan a sí mismos. él te ha dotado de los poderes de la voluntad, la concentración, la fe, la razón y la voluntad, con el objeto de que hagas uso de ellos en tus esfuerzos para liberarte de las perturbaciones físicas y mentales.

La actitud mental debería adaptarse al tipo de afirmación que se aplique: afirmaciones relacionadas con la voluntad, deben acompañarse de una enérgica determinación; afirmaciones relacionadas con los sentimientos deben acompañarse de devoción; afirmaciones relacionadas con la razón, deben acompañarse de un claro entendimiento.

Cuando luchamos por recuperar la salud perdida, a menudo solemos prestar mayor atención al poder avasallador de la enfermedad en lugar en lugar de concentrarnos plenamente en la posibilidad de sanar; en esta forma, permitimos que la enfermedad corporal se convierta tanto en un hábito tanto mental como físico.

Este fenómeno se manifiesta especialmente en las personas tensas y aprensivas. Todo pensamiento depresivo, todo pensamiento de felicidad, de irritabilidad o de calma, graba su surco sutil en las células cerebrales, fortaleciendo nuestras tendencias ya sea hacia la enfermedad o hacia el bienestar.

Si se desea que una afirmación alcance la supraconciencia, dicha afirmación debe estar libre de toda duda e incertidumbre. La atención y la fe operan cual antorchas, capaces de conducir hasta las mentes subconscientes y supraconcientes incluso aquellas afirmaciones que se practican sin una plena comprensión de su significado.

En su aspecto mortal, el hombre está dotado de una naturaleza triple, y anhela la liberación de todas las formas de sufrimiento:

La curación de las enfermedades de la mente -enfermedades psicológicas- tales como el temor, la ira, los malos hábitos, la conciencia del fracaso, la carencia de confianza y de iniciativa, etc.

La curación de las enfermedades del espíritu, tales como la indiferencia, la carencia de un propósito en la vida, el dogmatismo y la soberbia intelectual, el escepticismo, el satisfacerse con el aspecto material de la existencia, y la ignorancia tanto de las leyes de la vida como de la divinidad del hombre.

Es de fundamental importancia el asignar igual valor a la prevención y a la curación de los tres tipos de enfermedades simultáneamente.

La mayoría de los hombres fijan su atención en la curación de los problemas físicos exclusivamente, debido a que estos son los más tangibles y obvios. Mas la gente no se percata del hecho de que las verdaderas causas de todas las aflicciones humanas -tales como la ansiedad, el egoísmo, etc.- y en la ceguera espiritual, que impide percibir el divino significado de la vida.

Una vez que un hombre ha destruido en sí las bacterias mentales de la intolerancia, la ira y el temor, y ha liberado su alma del poder de la ignorancia, es muy poco probable que sufra de enfermedades físicas o de privaciones materiales.

La obediencia a las leyes físicas de Dios, constituye el mejor método para prevenir toda enfermedad corporal.

Evita los excesos en la alimentación, una gran mayoría de personas muere a causa de su propia gula, y de su ignorancia con respecto a los hábitos dietéticos correctos.

Obedece las divinas leyes de higiene, la práctica de la higiene de la pureza mental es superior a la higiene física, más no por ello debe despreciarse la importancia de esta última.

Prevén el desgaste físico, mediante el dominio del método apropiado para conservar la energía física y para proveer al cuerpo de energía vital a través de la práctica del ejercicio moderado.

Cultivar la paz y la confianza en Dios, libera tu mente de todo pensamiento perturbador, colmándola de amor y de dicha. Toma conciencia de la superioridad de la curación de tipo mental sobre la terapia física. Desecha los malos hábitos, bajo cuyo influjo tu vida se vuelve miserable.

Es posible hacer que nuestras mentes se vuelvan cada vez más espirituales, mediante el método de liberarnos de todo concepto de mortalidad y de mutabilidad, conceptos que limitan nuestro ser. El cuerpo no es sino vibración materializada, y deberá ser reconocido como tal.

A continuación se describe una sencilla técnica para desarrollar las afirmaciones científicas para la salud:

  • Sentarse enfrentando el norte o el este, en una silla o en loto.
  • Cerrar los ojos y concentrar la atención en la región del bulbo raquídeo (en la parte posterior del cuello).
  • Relaje el cuerpo, y manténgase inmóvil.
  • Deseche toda ansiedad, toda falta de confianza, toda preocupación. Tome conciencia, en forma serena y confiada, de que la divina ley opera efectivamente, y es omnipotente.
  • Tiempo: Las afirmaciones deberían aplicarse en el momento de despertar.
  • Lugar: En lo posible debe elegirse un sitio silencioso y tranquilo.
  • Método: Antes de comenzar a practicar las afirmaciones, debe limpiarse la mente de toda inquietud y de toda preocupación. Elijase la afirmación que se necesita, y repítase en forma completa, comenzando en voz alta y bajando progresivamente la voz, hasta acabar en un murmullo.
  • Ubicación de los tres centros fisiológicos: durante las afirmaciones en las cuales se aplica fundamentalmente la voluntad, deberá fijarse la atención en el punto medio entre las cejas; cuando se aplican afirmaciones de tipo intelectual, el centro de la concentración deberá ser el bulbo raquídeo, y en las afirmaciones de fervor, la concentración deberá centrarse en el corazón.

EJEMPLO DE UNA AFIRMACIÓN TERAPÉUTICA GENERAL

Tú estás en todo, y doquiera estás Tú, allí está la perfección.
Tú habitas en el altar de cada célula;
Tú habitas todas las células de mi cuerpo, y ellas están sanas y perfectas, sanas y perfectas.
Hazme sentir que Tú estás en todas mis células, en todas ellas; hazme sentir que Tú estás en cada una de mis células y en todas ellas.en cada una de mis células, y en todas ellas.
Vida de mi propia vida. Tú eres sana, y estás en todas partes.
Tú estás en mi corazón, en mi cerebro, en mis ojos, y en mi rostro, y en mis miembros; tú estás en todas partes.
Vida de mi propia vida. Tú eres sana, y estás en todas partes.
Eres Tú quien mueve mis pies; ellos están sanos, están sanos.
Mis piernas y mis muslos están sanos, están sanos, pues Tú moras en ellos.
Tú sostienes mis muslos, para que me yerga, para que no caiga.
Mis muslos están sanos, pues Tú estás en ellos, pues Tú estás en ellos.

 

Fuente: Marcus de Oliveira,  D. Ay.

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