En algún momento de la vida podremos ser sacudidos por los remolinos de las decepciones. Hay quienes no conocen otra alegría que la envidia, los celos, la mentira y la malicia. Y se atreven a malinterpretar las enseñanzas o a querer transformarlas en algo diferente para beneficio propio: son los oportunistas.
EL ESTUDIANTE DE AYURVEDA ANTE LAS CONDUCTAS OPORTUNISTAS
Un buen estudiante de Ayurveda tiene la actitud emocional de poder soportar las decepciones; aun cuando en algún momento pierda la paciencia, en seguida retoma y conoce la meta–con la seguridad al cien por ciento de lo que necesita para llegar a ella–y obtiene el fruto inmediato de su esfuerzo, que le da toda la confianza para continuar. Tiene sus propios escrúpulos, muestra una verdad inmutable y no es un oportunista que siempre cambia. Porque la esencia sobre la que trabaja está en el universo interior.
Pero aún así, el esforzado aspirante puede tener éxito o fracasar, elevarse o caer, puede volverse más virtuoso o más vicioso, pero la verdad es que quien se aferra a las cuerdas más fuertes, subirá cada vez más alto con el tiempo y tan rápido como sea posible, siempre que no corte con sus propias manos las protectoras y poderosas cuerdas.
Tomar el conocimiento, sin dejarlo ¡nunca! ¡Venga lo que venga! Es el secreto más elevado para el éxito. Los pares opuestos de placer y dolor, sensatez o intriga, verdad y mentira, seguramente van a jugar su papel.
Por lo cual debemos estar atentos y fijar la mirada siempre constante en nuestra evolución; el resto seguirá de forma automática.
Ser influenciados adversamente puede ser un desperdicio de energía, en todo el mundo, en estos tiempos tempestuosos; siempre habrá un Judas Iscariote que nos traicionará. Aprendamos, como decía el maestro Franz Bardon:
«¿Puedes imaginar hasta qué punto me hace daño la ingratitud de aquellos a quienes tanto he ayudado…?
Estos merecen mi sentimiento de indiferencia.»
Medita en esto; tu paciencia y tu perseverancia se verán recompensadas.
Se nos ha educado en una estéril adicción a la contradicción que nos ha robado repetidamente toda apertura verdadera a cualquier verdad amplia y ennoblecedora.
Nuestro mundo en peligro no puede permitirse desechar a la ligera la vasta verdad de las enseñanzas que nos han sido transmitidas.
En la historia de la humanidad vemos que los verdaderos Maestros sufren cuadros de tristes traiciones, desde el propio Jesús hasta otros menos eminentes. Recientemente una película de la biografía de Paramahansa Yogananda es muy esclarecedora (puedes verla en Netflix con el nombre de Awake)
EL SÍNDROME DE JUDAS
El síndrome de Judas: por qué las buenas personas también hacen cosas horribles (The Judas Syndrome: Why Good People Do Awful Things) es un libro de psicología del investigador George K. Simon, publicado en 2013 (y que pueden encontrar en Amazon haciendo click aquí). Muestra claramente que las personas falsas están enfermas, quizá no físicamente pero sí en sentimientos y actitudes.
Incluso aquellas personas que consideramos como amigos cercanos pueden llegar a traicionarnos.
¿Son acaso malas personas o, en realidad, las circunstancias y móviles de esa traición ya estaban de manifiesto desde el principio?
El síndrome de Judas propone que aún las personas más decentes son proclives a traicionar cuando las circunstancias, la envidia, el egoísmo y los intereses mórbidos sean mayores.
Para el hinduísmo, el castigo de las malas acciones puede recibirse:
- Durante esta misma vida (si la persona realizó muchísimos pecados).
- En los próximos nacimientos (en variados planetas infernales). Debe recordarse que en el hinduismo, la estancia en el infierno no es eterna (ya que el propio infierno no es eterno).
Igualmente, el premio por las buenas acciones puede recibirse:
- En esta misma vida (si la persona realizó muchísimas buenas acciones).
- En los próximos nacimientos (en variados planetas celestiales). Debe recordarse que en el hinduismo, la estancia en el paraíso no es eterna (ya que el propio paraíso material no es eterno).
Según varias religiones, el karma es una energía trascendente (invisible e inmensurable) que se deriva de los actos de las personas.
Según las leyes del karma cada una de las sucesivas reencarnaciones quedaría condicionada por los actos realizados en vidas anteriores. Es una creencia central en la doctrina del hinduismo que posteriormente tomarían el budismo, el jainismo y el ayyavazhi.
Aunque estas religiones expresan diferencias en el significado mismo de la palabra karma, tienen una base común de interpretación. Generalmente, el karma se interpreta como una ley cósmica de retribución, o de causa y efecto. Se refiere al concepto de acción o acto entendido como aquello que causa el comienzo del ciclo de causa y efecto.
El karma explica los dramas humanos como la reacción a las acciones buenas o malas realizadas en las vidas pasadas inmediatas.
Según el hinduismo, la reacción correspondiente es generada por el dios Lama; en cambio, en el budismo y el jainismo–donde no existe ningún dios controlador–esa reacción es generada como una ley de la naturaleza (como la gravedad, que no tiene ningún dios asociado).
Para la persona que comete un acto de traición, el remedio para mitigar su castigo es tener el valor de pedir perdón, para así dar un enorme salto cuántico en su evolución. Por lo tanto, ¡piénsale!
En las creencias indias, los efectos del karma de todos los hechos son vistos como experiencias activamente cambiantes en el pasado, presente y futuro.
Según esta doctrina, las personas tienen la libertad para elegir entre hacer el bien y el mal, pero tienen que asumir las consecuencias derivadas.
Fuente: Marcus de Oliveira, D. Ay.
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